"Es una tontería, pero nos ponemos muy contentos cuando caga": en Fressin, la lotería del estiércol está haciendo mucho bien

"¡Vamos, chica, vamos!" Nicolas Lemaire, criador de cabras de Fressin (Pas-de-Calais), conduce a su vaca hacia un potrero empujándola con fuerza desde atrás. En la hierba, se han marcado 500 cuadrados de un metro cuadrado con pintura blanca, utilizando un dispositivo prestado por el club de fútbol local.
El domingo 27 de julio, este pueblo de poco menos de 600 habitantes, enclavado entre Montreuil-sur-Mer y Saint-Pol-sur-Ternoise, celebra su primera lotería de estiércol. El evento, que se celebra en un lugar histórico —entre las ruinas de una fortaleza construida a principios del siglo XV—, hace su entrada la estrella del día con música de inspiración medieval. El principio es simple: los jugadores apuestan a una o más casillas; si el rumiante deja caer su estiércol allí, ganan uno de tres premios.
Son las 14:30 cuando la joven perrita de 300 kilos, conocida con el dulce nombre de Victoire, da su primer paseo por los terrenos bajo la atenta mirada de Alice, de 10 años, la hija del criador. Recibió a esta pequeña perrita Jersey marrón por su cumpleaños el año pasado.
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